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3 oct 2010

La sensación me había asaltado sobre mí desde fuera. En un momento dado, era una simple idea, y al instante siguiente era algo real. Me da la impresión de que uno puede invitar a que surja una cosa así, pero no puede hacer que se produzca. Por supuesto, su fuerza iba a descrecer con el tiempo, pero el cielo nunca volvió a tener el mismo tono azul. Quiero decir, que el mundo siempre me pareció distinto desde entonces, e, incluso, en momentos de exquisita felicidad, me acechaba la oscuridad, la conciencia de nuestra fragilidad y nuestra ausencia de esperanzas. Tal vez fue un presentimiento, pero no lo creo. fue más importante que eso y, para ser sincero, no creo en los presentimientos.